Free counter and web stats

martes, 21 de febrero de 2012

Ganas de...




Ganas de... pues de volver a disfrutar del musical "Más de 100 mentiras". Eso era lo que sentía desde el día del estreno, cuando lo vi por primera vez. Y gracias a que mi hermana no lo había visto aún, pude volver. El pasado domingo 19 de febrero fue la fecha elegida. Aprovechamos el puente que hacen los institutos con motivo del carnaval para que su visita a Madrid fuese un poco más larga.

A eso de las 5:45 de la tarde ya estábamos en la puerta. Yo, feliz por volver a ver el musical. Ella, nerviosa y emocionada por saber lo que ocurriría allí dentro.



Nuestros asientos estaban en la quinta fila y muy centrados, casi tan buenos como los de la primera vez (cuando estuve en segunda fila). Actuaron todos los "titulares" (perdonad la expresión, pero todavía conservo algunos vicios de mi época de periodista de deportes) menos Guadalupe Lancho, Álex Barahona y Víctor Massán. Una verdadera lástima, porque el día del estreno estuvieron fantásticos. Aunque he de decir que sus sustitutos también lo hacen de miedo. Para los que queráis saber más sobre el musical, os recuerdo que en su momento ya escribí otro post donde contaba mi primera visita.



Salimos del teatro encantadas. Coincidimos en que es una experiencia que merece la pena repetir. Y también estábamos de acuerdo en quién había sido nuestro actor favorito: Juan Pablo di Pace. Actúa, canta y baila genial; transmite mucho sentimiento y mucha emoción. Yo lloré cuando cantó "tan joven y tan viejo". Es una de mis canciones preferidas y no pude evitar emocionarme. 

Así que de camino a casa fuimos comentando cada una de las escenas y de los números musicales. Y también nos planteamos si comprar las entradas para las "noches sabineras" del día siguiente. 

Al llegar a casa fuimos corriendo al ordenador para comprobar si aún quedaban entradas. Elegimos los mejores asientos disponibles y reservamos tres asientos. En esta ocasión nos acompañaría mi novio. 


 Mi hermana y yo llegamos sobre las 9. En la puerta había un chico con un gorro de punto. Pero a pesar del "camuflaje", supe rápidamente quién era. "¡Mira, Sara, es Juan Pablo di Pace!". Ella decía que no podía ser. Pero era. Yo me hubiese acercado rápidamente a saludarle y pedirle una foto. Pero no lo hice. Lo primero, porque no me gusta molestar a los artistas. Sé que son personajes públicos y tienen asumido ese rol. Pero no soy de los que piensan que "están para eso". Creo que se debe respetar sus momentos de intimidad y de descanso. 
Además, yo estoy acostumbrada a tratar con famosos y lo hubiese hecho sin problema. Pero también quería que mi hermana venciese su timidez y se diese cuenta de que no muerden. 

Así que, viendo que no se atrevía a acercarse a él, nos fuimos a la entrada del teatro. En un momento, el hall se llenó de gente. Entre la multitud, los actores del musical. Pero Sara seguía sin saber si acercarse o no. Así que nos fuimos a nuestras butacas. 

La primera parte de la velada fue un concierto de los músicos de la banda de Sabina, acompañados por los actores del musical. Entre todos nos deleitaron con algunos de los éxitos del Flaco. 


Durante el descanso volvimos al hall. En ese momento mi hermana comenzó a soltarse y se atrevió a acercarse a sus actores favoritos para pedirles una foto. Eso sí, intentando molestar o interrumpir lo menos posible. El primero no podía ser más que Juan Pablo di Pace. Muy amable, no puso ningún problema y posó con nosotras.


A mi hermana le temblaban las piernas, pero fue capaz de acercarse a Álex Barahona para pedirle una foto. Justo cuando nos habíamos colocado junto a él, le sonó el teléfono. Le dijimos que atendiese la llamada tranquilamente, que nosotras esperábamos. Como para no hacerlo. Cogió el teléfono con la mano izquierda, pero la derecha no la despegó de la cintura de Sara. ¡Y ella encantada! "Ojalá la llamada hubiese durado horas" bromeaba. 

Álex también se portó de maravilla con nosotras. Incluso nos dijo que repitiésemos la foto porque creía que en la primera había salido con los ojos cerrados. ¡Así da gusto!


Por allí andaba también Víctor Massán, pero no paraba ni un momento, así que decidimos dejarlo para más tarde. A la que sí pillamos fue a Mara Barros (la chica que hace los coros a Sabina), así que nos acercamos a saludarla. Es un encanto, y no dudó en posar con Sara (en esta ocasión yo no pude salir en la foto porque no teníamos quién nos la hiciera).


También nos faltaba Guadalupe Lancho, pero ya no estaba en el hall y por megafonía anunciaban el comienzo inmediato de la segunda parte de la velada. 

Esta segunda mitad era la de los "valientes". Es decir, gente anónima que subía al escenario a cantar con la banda de Sabina. Quitando un par de excepciones el nivel estuvo bastante decente. Nosotras no nos atrevimos a subir al escenario por timidez, pero no porque no nos supiéramos las canciones. Llevamos años de ensayo. Eso sí, sin público.

Pero además de corear las canciones, yo tenía otra cosa en mente. Me había fijado en el chico que se sentaba al lado de mi hermana. Me sonaba un montón su cara, pero no era capaz de adivinar quién era. Después de darle muchas vueltas al asunto, le pregunté a Sara. Creemos que era Jaime Zatarain, el actor que había dado vida al "Tuli" la noche anterior. Aunque no sé si alguna vez sabremos si era él.


Acabado el recital salimos otra vez al hall. Víctor Massán había desaparecido. Pero por fin pudimos acercarnos a Guadalupe Lancho. Nos pareció una chica muy atenta y nos trató con mucho cariño. 



Al salir del teatro, Sara y yo comentamos lo amables y cercanos que habían sido todos los actores con nosotras. Están muy lejos de esos famosillos que van de divos por la vida y a quienes no te puedes ni acercar porque te miran como si te perdonasen la vida. 

Con gente así, da gusto ir al teatro. Así que podéis tener seguro que repetiremos. En mi caso hay un refrán que dice que "no hay dos sin tres". Y yo no soy nadie para llevarle la contraria a nuestro sabio refranero español. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario