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jueves, 20 de octubre de 2011

Noches de boda


Hoy la canción no podía ser otra. Y no porque vaya a hablar de bodas o lunas de miel, sino porque hay dos frases que me parecen muy apropiadas para los acontecimientos que estamos viviendo. 

Parece que por fin se cumplen los deseos del Maestro. Joaquín canta eso de "que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena". Y de eso se deben de haber dado cuenta los integrantes de la banda terrorista ETA, ya que hoy han anunciado el cese definitivo de su actividad armada. 

Ya era hora. Creo que es lo que hemos pensado muchos al escuchar la noticia. "No es suficiente" es lo que han pensado otros. Y razón no les falta. No han entregado las armas, no han pedido perdón a sus víctimas ni a los familiares, no se han arrepentido. Pero hay que ver el vaso medio lleno. Al menos ya no habrá más muertes. 

Dice un refrán que "no se puede pedir peras a un olmo". Y eso lo aplico yo en este caso. Es cierto que     se han echado de menos palabras de arrepentimiento en su comunicado. Pero recordemos que estamos hablando de terroristas, de criminales. De gente con mucha sangre fría y muy pocos escrúpulos. 





Desde que se fundara en 1958,  ETA (cuyas siglas significan "Euskadi Ta Askatasuna" o, en español, "País Vasco y Libertad") ha secuestrado, asesinado y extorsionado para conseguir la independencia de País Vasco. Pero, ¿cómo tienen la poca vergüenza de pedir la libertad quitándosela ellos a muchos inocentes?  

No han sido pocas las víctimas. Aunque me dejaré muchísimas en el tintero, recuerdo especialmente (unas por haberlas vivido y otras por haberlas leído) los atentados contra Luis Carrero Blanco (1973),  Irene Villa (1991), José María Aznar (1995, salió ileso), Francisco Tomás y Valiente (1996),  los 21 muertos y 45 heridos del atentado de "Hipercor" (1987), numerosos policías, miembros del ejército y la Guardia Civil, periodistas, y muchos otros inocentes que han perdido la vida, o han sido secuestrados o extorsionados para conseguir esos supuestos derechos que exigían los que les han privado de su dinero, su libertad y, en muchos casos, de su vida. 

Uno de los casos que más me impactaron (quizá porque era muy pequeña) podríamos describirlo como "un caso doble". Empezó con el secuestro del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara. El secuestro más largo de la historia de la banda terrorista (532 días). Recuerdo las imágenes del funcionario llegando a su casa, aturdido, desorientado y con un aspecto lamentable. Y no era para menos. Había pasado casi un año y medio en un zulo en Mondragón. Un espacio de 3 metros de largo por 2,5 de ancho, húmedo y oscuro, en el que no tenía ventanas, ni agua corriente ni inodoro, y donde se alimentaba a base de frutas y verduras. La imagen me impactó muchísimo.



El rescate de Ortega Lara tuvo lugar el 1 de julio de 1997. Sólo 9 días después, el 10 de julio, ETA secuestra a al concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco. 



Yo tenía 13 años y, como era el mes de julio, tenía vacaciones. Recuerdo que en la tele decían que ETA había secuestrado a un concejal, y que le matarían si el gobierno no trasladaba a los etarras a las cárceles vascas. Por aquel entonces no entendía muy bien lo que estaba pasando, pero sabía que era importante porque la tele no dejaba de hablar de ello. Decían que el gobierno no podía ceder al chantaje, y también que la gente había salido a las calles para pedir la liberación del edil. 

Al día siguiente me fui a la piscina de mi pueblo con una amiga. No sabía por qué, pero durante toda la mañana tuve una sensación extraña, como un nudo en el estómago y un extraño dolor de garganta. No entendía por qué habían secuestrado a un chico que no tenía la culpa de nada. Yo no era consciente, pero estaba sufriendo por él. No podía sacar ese pensamiento de mi cabeza. 

Al recordar esa situación es cuando me vienen a la cabeza las palabras de la canción del día: que los que esperan no cuenten las horas". Si yo lo estaba pasando así de mal y a mí la situación no me afectaba personalmente, ¿cómo estarían los familiares y amigos de Miguel Ángel? No quiero ni imaginarlo.

Pero sigo con el relato de mi experiencia. Me fui a casa a comer. Mis padres tenían la tele encendida y en ella sólo se hablaba de Miguel Ángel. Todos estábamos pendientes del reloj. Cuando en las noticias dijeron que se había acabado el tiempo, un escalofrío me recorrió de arriba a abajo. Fue una sensación horrible.  Pocos minutos después anunciaron que le habían disparado y se lo llevaban aún con vida al hospital. Pero desgraciadamente, Miguel Ángel murió esa misma madrugada. 

En ese momento es en el que hubiese deseado que se cumpliesen las palabras de Sabina y "que los que matan se mueran de miedo". Pero no después de cometer sus crímenes, sino antes. Así se hubieses evitado muchas muertes de inocentes.

La de Miguel Ángel Blanco conmocionó a toda España. Aún recuerdo las calles y plazas de todas las ciudades abarrotadas, con gente con velas, con las palmas de las manos pintadas de blanco y gritando: "ETA, dispara, aquí tienes mi nuca". 


Todavía hoy se me ponen los pelos de punta al recordarlo.



Esperemos que todo ese sufrimiento no haya sido en vano y que siempre recordemos a las víctimas del terrorismo con el cariño y el respeto que se merecen. Porque, de forma pacífica, dieron lo mejor de su vida por la libertad y la paz de toda España, y no sólo la de unos pocos.

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